Un adiós a René Arteaga
Pedro Ocampo
Ramírez
Porque quiso y
pudo hacerlo, René Arteaga, hijo de Josefina Rebollo como se complacía en
puntualizar, salvadoreño y ciudadano militante del Tercer Mundo, decidió fabricar
su propia leyenda para instalarse en ella. No lo hizo para sobrevivir si no
para vivir. Para envolver entre algodones de buen humor, una vida golpeada por
la vida o por los dispensadores de la vida y la muerte en esta sociedad injusta
en la que y contra la que le tocó batallar. Y así, armado de anécdotas tan
reales que parecían inverosímiles, de frases hechas para dejar deshechos los
lugares comunes, René Arteaga Rebollo vivió y bebió su vida combatiente sin
aflojar jamás, sin rajarse, padeciendo el exilio de El Salvador en México y de
México en cualquier lugar a donde lo arrojaran los requerimientos del oficio.
Dicen que en algún mural Diego Rivera lo tomó de modelo para pintar a un hombre
niño, un revolucionario adolescente que se iniciaba en una tarea –el reparto de
volantes- calificada ya como subversiva. Y dicen también que, entrenado para
las penurias en las huelgas de hambre en que participó como estudiante
normalista en su país de origen, no tuvo que apretarse tanto el cinturón cuando
el hambre le llegó como consecuencia de otra huelga: la que él y los del incipiente
sindicato de redactores perdieron frente a la empresa de Zócalo. Casi fakir en esos
menesteres de vivir sin comer, René comenzó a peregrinar por los diarios y así
lo conocí –egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM- en las
aventuras y desventuras del quehacer periodístico. Recorrió las redacciones,
coincidimos en algunas y juntos tuvimos una experiencia que nos dejó un mal
sabor en los medios de comunicación. Pero ese es otro cantar.
Ahora lo extrañaremos mucho. Nos vamos haciendo
viejos y nos vamos quedando solos. Y será triste entrar a la redacción y no
verlo, el saco colgado del respaldo de la silla y a René sentado frente a la
máquina de escribir, dándole sentido, color y frescura a la noticia.
http://es.scribd.com/doc/180140862/Un-adios-a-Rene-Arteaga
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